jueves, 23 de octubre de 2014

ZONA VIP


De una forma u otra toda persona con dos dedos de frente intenta seguir unas directrices de vida que encuentra correctas y respetarlas siempre al actuar, pero no siempre es posible, hay momentos en que esto se nos olvida, a veces pasa. No estoy muy orgulloso de que me haya pasado hace poco, así que por lo menos intentaré tranquilizar el tarro con una crítica, ya sabréis de que va el tema... Las discotecas. Como siempre al final canción con lo que intenta transmitir todo esto, espero que lo captéis.

Me cuesta bastante contar todo esto porque en parte para poder contarlo he ignorado algunos de los principios con los que intento dirigir mi vida, pero bueno… dicen que una vez al año no hace daño. En fin, antes de empezar dejar claro que como a todo español ( por lo menos eso pone en el DNI que soy) de 18 años a uno le gusta la fiesta como al que más, pero señores hay algo que debe quedar claro… hay fiestas y ‘’fiestas’’. Sí, aludo a toda la parafernalia con la que las discotecas y/o locales de moda tienen a la juventud actuando a su antojo y de cómo cambia la cosa cuando experimentas una noche medianamente sobrio en uno de estos lugares.

Todo es muy sencillo, basta con que un par de colegas te propongan pasar la noche del viernes en alguna discoteca de la ciudad. Tú sabes que eso no es lo que te va, pero bueno, por una vez no pasará nada y piensas ¿Por qué no? Total, que después de pagar 15 euros como un tonto y vestirte a lo Froilán apareces a las 12 en punto en la puerta de la discoteca. No tardo en empezar a observar el ambiente y después de un par de vistazos ya empiezo a darle al coco. Me resulta muy gracioso verlos a todos iguales, la verdad que impresiona, he llegado a pensar que se compran la ropa y la gomina ya en packs con instrucciones sobre cómo deben ponérsela. No me explico de otra forma cómo se parecen tanto, en serio. Las chicas es otro rollo, es raro ver a dos iguales, pero ojo que también es bonito el percal. Es acojonante ver como se regalan algunas, que forma de rebajarse. Ya no es solo el hecho de llevar maquillaje y colonia a granel, ni siquiera el que se paseen cortas de ropa, esto en un momento dado hasta te alegra el dia si no ha sido muy bueno, no nos engañemos. Con lo que flipo es viéndolas actuar. Algunas se saludan entre ellas con una falsedad enorme, se les ve en la cara que se odian pero ese es el protocolo, saludar a toda la gente que puedas haciendo la máxima cantidad de ruido y espectáculo. Esta hipocresía las hace parecer más sociales o como dirían en la típica película americana más ‘’populares’’. Seguramente de alguna forma esta sensación de ser el centro de atención suaviza temporalmente su falta de autoestima. Pero esto no es todo, la rumba solo acaba de empezar.

Después de 10 minutos de conversación banal en la cola llegamos a la entrada, donde un armario de 2x2m que seguro que no ha leído mucho más que el libro de la autoescuela te quita la entrada y te sella el brazo con una autoridad incuestionable, ahora sí que sí, me siento como una oveja. Total, que te dan dos papeles para cambiarlos por alcohol y después directo a la boca del lobo. Entramos apelotonados en el ascensor sumergidos en una nube de colonia. Salimos del ascensor.

Arriba el rollo es otro, hay que admitir que al que se le ocurrió montar eso era un iluminado y que tal cual funcionan estos negocios tienen todas las de triunfar en la sociedad actual. La idea es la siguiente. Conseguir un local grande y llenarlo de jóvenes aletargados en voluntad y espíritu, dejándoles entrar a cambio de cierta cantidad de dinero. Ellos lo pagan encantados ya que previamente se les convence de que esa es la única diversión que existe, la única forma de conocer gente y por lo tanto de comerse algún rosco. Una vez la gente esta dentro dejan actuar a las hormonas. Un par de efectos de luz y algo de música comercial y la olla empieza a hervir, todos en medio de la pista refregándose unos con otros. Cada cierto tiempo la gente llena el vaso, para algunos (entre los que me encuentro esa noche) la única forma de no morirse del asco. Si hay suerte y encuentras a alguien para un desenfreno ya sabes, pero lo mejor es que para los más torpes ponen a dos ‘’mujeres’’ semidesnudas con más plástico que músculo en el cuerpo a bailar delante de todos, así al menos todos ven carne. La idea es muy buena, al que se le ocurrió es un cerebro, pero repito, estas cosas no son para mi. Llega un momento en que uno no aguanta más aparentando que se lo pasa bien, entonces coges y tiras para casa, así de fácil. Ya en la cama empiezas a pensar en la noche en general y quizás por los restos de alcohol te pones más melancólico de la cuenta imaginando lo que de verdad es para ti una noche perfecta.

Me veo en una cabaña de madera en la montaña, con una buena chimenea y un pequeño grupo de gente de distintas partes del mundo todos compartiendo sus pasiones por la vida, la naturaleza, la buena gente y las ganas de vivir. No hay lugar para el prejuicio ni la hipocresía, tan solo para una pequeña cachimba y algunas cervezas sobre la mesa. Afuera esta nevando, dentro unos timbales y una guitarra acompañan a las risas constantes, no necesito nada más, podría morirme ahí mismo y sería feliz. Entonces vuelvo a la realidad y me digo con un sentimiento de culpa que muchos tacharán de radical ¿Por qué me he dejado llevar? ¿Por qué no he sido coherente con lo que pienso y siento? Supongo que todos cedemos alguna vez aunque cueste admitirlo. Pero bueno, lo hecho hecho esta. Mañana será otro día.


lunes, 14 de julio de 2014

BENDITO FÚTBOL


¿Porqué nos gusta tanto el fútbol? ¿ De dónde sale todo ese poder para movilizar a las masas? A continuación intentaré dar respuesta a esto definiendo el perfil psicológico de todos esos fanáticos de este deporte...Sí, esta vez lo llamaré deporte, pero bueno ya nos entendemos.

El despertador acaba de sonar, son las 6 de la mañana, me volteo y veo a esa mujer a la que 20 años atrás creía querer. Me invade una sensación de vacío, pero el conformismo está tan presente que la idea de empezar el día de manera diferente se me presenta tan utópica como inútil. Al entrar en la cocina el sonido de la cafetera me saca del trance, bebo mi taza rápidamente sin ni siquiera pararme a pensar a que sabe y tras usar el lavabo casi por inercia me pongo los zapatos y me marcho sin despedirme de mi mujer ni de mis hijos. El coche me espera reluciente en el garaje, solo me quedan 8 años para acabar de pagarlo, subo y me sumerjo en un laberinto de asfalto hacia eso a lo que llaman ''trabajo''.

El día no ha sido muy duro, solo me han ridiculizado un par de veces y me recortaron las vacaciones, también me hicieron cancelar esa comida familiar pero bueno, los negocios son los negocios. Vuelvo a casa no sin antes recoger del colegio a mi hijo mayor, parece entusiasmado contándome algo, quizás en otros tiempos le habría escuchado. La casa está tranquila pero la cena sin hacer, así que discuto con mi mujer hasta que consigo hacerla llorar. Mi hija pequeña empieza a llorar también, pero rápidamente la llevo a la cama sin ni siquiera mirarla a los ojos y me voy a dormir al sofá sin cenar, mañana será otro día.

Mi mujer sigue llorando y yo empiezo a pensar.

Parece que era ayer cuando aún éramos felices y nos sentíamos eufóricos por la vida que teníamos por delante, pero 23 inviernos con la persona equivocada hacen mucho daño. Necesito sentirme vivo, necesito algo en lo que creer, necesito darle sentido a mi vida y que esa incertidumbre al intentar conseguir algo vuelva a correr por mis venas. Podría proponerme algún reto. Dejar de fumar y acabar una media maratón, ese viaje que siempre soñé, recuperar ese estatus de héroe para mis hijos, tal vez escribir un libro, emprender un nuevo negocio o simplemente volver a enamorarla. Todo esto parece demasiado complejo.

De repente encuentro la solución a mi vacío existencial, casi se me había olvidado, este año hay mundial. Al instante dejo de sentirme solo y desamparado, ya formo parte de algo, una manada de gente desesperanzada como yo que una vez cada cuatro años se da la mano y dicen pertenecer a un ''País''. Solo es un juego, una pelota y 22 jugadores, pero el ansia por que los míos ganen me hace recuperar el deseo y la ilusión, además ahora parece que todos esos desconocidos con camiseta roja que hay por la calle son mis amigos. No estoy solo. Esta sensación de pertenecer a algo me encanta, estoy tan necesitado de ella que a pesar de que mi país ya no forma parte de la competición me obligo a ponerme del lado de otra nación, no es necesario siquiera admirar al nuevo país al que apoyo, la mayoría de las veces mi decisión se basa únicamente en la xenofóbia hacia las otras naciones. Llega el día de la final y puedo decidir ir con Argentina tachando a los alemanes de nazis, pero también puedo ir con Alemania tachando a los argentinos de ''sudacas'', que más dará.

Sé muy bien que viendo el partido contribuyo a este negocio, dejo entrar toda esa publicidad en mi inconsciente, mañana iré a comprar esas cervezas tan anunciadas. Sé también el dineral que cobra toda esa gente, sé que todos nosotros damos pie a eso, sé lo injusto que es que idolatremos a alguien por chutar un trozo de cuero, pero me da igual, mientras por 90 minutos me saquen de mi monótona vida lo aceptaré encantado.

Finalmente el colegiado da los tres toques de silbato, pienso en lo feliz que seria si fuera alemán en ese momento a la par que bebo el último trago de cerveza. Mi mujer me observa indiferente en pie junto a la puerta del salón. Creo que podré aguantar cuatro años más.









domingo, 6 de julio de 2014

BLOWING IN THE SEA

Fluyendo sobre el mar, paciencia estoica, esperando a que todo fluya y se ordenen las ideas. Se podría hacer una metafora de mi condición actual y la del navío en el que viajo. Imponente, fuerte y decidido se mostraba varado en el puerto, dominante ante el mundo, transmitiendo que posee la capacidad de sobreponerse a cualquier contratiempo. Se elevan anclas, los engranajes del motor chirrían pero enseguida son silenciados por el viento. El barco zarpa y sin darse cuenta se encuentra cruzando el charco que ha dado de beber a la cultura occidental durante mas de 25 siglos. La tierra cada vez queda mas lejos y la seguridad que irradiaba la nave empieza a atenuarse hasta desvanecerse entre el oleaje. Solo el objetivo de llegar a puerto seguro hace que el barco no vaya a la deriva, y solo sus motores pueden llevarle a puerto. Son motores jóvenes, de calidad y entusiasmados por cumplir su tarea pero carecen de algo imprescindible, la intuición. Suerte que la embarcación cuenta con un buen capitán quien ha estado muchas veces al límite de no llegar a puerto. Algunas de ellas incluso tuvo que abandonar su barco para salvar la vida, pero el no pierde la ilusión. Espera paciente a que el temporal pase y a que la intuición traiga las respuestas, mientras, saboreando un habano, funde su mirada en el horizonte en un intento fallido de desnudar el secreto de la creación.


martes, 4 de marzo de 2014

DESDE EL BUNKER

Saludos conciudadanos, con el motivo de la inauguración del blog os dejo por aquí una pequeña reflexión sobre en lo que creo que debería basarse la felicidad de una persona. Espero que lo disfrutéis y os sintáis identificados. Al final de la entrada os iré dejando algún que otro vídeo de distintos temas, hoy toca un tema de la banda sonora de la película "Into the wild", "Rise" del gran Eddie Vedder. Qué tengan un buen dia!

"Al final es eso lo que nos llevamos a la tumba, esos momentos en los que conseguimos conectar plenamente con nuestra naturaleza, momentos en que encontramos nuestra razón de ser en las cosas más simples pero no por ello menos satisfactorias. Hablo concretamente de la puesta en práctica de esos comportamientos propiamente humanos, eso sí, me refiero a aspectos totalmente alejados de cualquier connotación darwinista o aristotélica que pueda dar paso a confusión.

Estoy hablando de una entidad absolutamente superior e inteligible para el ser humano, llámenlo Dios, kharma, brahman, Ala, madre naturaleza o lo que quieran; pero lo que esta claro es que cuando uno consigue liberarse de todo artificio que nos brinda esta maldita sociedad conseguimos establecer una especie de relación simbiótica con esta energía. Esta relación no se consigue mediante ningún tipo de rezo a dios ni ningún rito espiritual, no entiendo como hoy en dia hay gente que gestiona su fe de ese modo. Los “Homo Sapiens” somos un colectivo tan egocéntrico como insignificante que nunca conseguiremos ni siquiera acercarnos a la gran verdad, sólo podemos limitarnos a disfrutar de esa conexión con el aura que nos rodea.


Esta relación se crea con actos tan simples como el querer, como disfrutar de un par de birras con los amigos recordando viejos tiempos, como aquel que vive directamente del trabajo de sus manos, aquel que perdido en tierra virgen traza su camino de vuelta a casa, el leñador que golpea el tronco y sacudida tras sacudida sonríe pensando en el calor que esa madera proporcionará a su familia en el frío invierno de la taiga profunda, el niño que degustando una naranja encuentra en ella toda la grandeza de la creación y aquel que sacrifica a un animal mirándole a los ojos y dándole las gracias por ese alimento, y por supuesto el hombre que se siente libre y grita frente al mar fundiéndose en su canción preferida mientras se siente al margen de toda convicción social.


Es mi forma de ver el mundo no espero que la entiendan y  mucho menos que la compartan, mi intención únicamente es hacerles conscientes de que son libres de pensar como quieran y que son los dueños de sus vidas desde el momento en el que cuestionen las doctrinas y se reconecten a esos aspectos intrínsecos que llevamos grabados en el ADN y llevan durmiendo tanto tiempo".