domingo, 6 de julio de 2014

BLOWING IN THE SEA

Fluyendo sobre el mar, paciencia estoica, esperando a que todo fluya y se ordenen las ideas. Se podría hacer una metafora de mi condición actual y la del navío en el que viajo. Imponente, fuerte y decidido se mostraba varado en el puerto, dominante ante el mundo, transmitiendo que posee la capacidad de sobreponerse a cualquier contratiempo. Se elevan anclas, los engranajes del motor chirrían pero enseguida son silenciados por el viento. El barco zarpa y sin darse cuenta se encuentra cruzando el charco que ha dado de beber a la cultura occidental durante mas de 25 siglos. La tierra cada vez queda mas lejos y la seguridad que irradiaba la nave empieza a atenuarse hasta desvanecerse entre el oleaje. Solo el objetivo de llegar a puerto seguro hace que el barco no vaya a la deriva, y solo sus motores pueden llevarle a puerto. Son motores jóvenes, de calidad y entusiasmados por cumplir su tarea pero carecen de algo imprescindible, la intuición. Suerte que la embarcación cuenta con un buen capitán quien ha estado muchas veces al límite de no llegar a puerto. Algunas de ellas incluso tuvo que abandonar su barco para salvar la vida, pero el no pierde la ilusión. Espera paciente a que el temporal pase y a que la intuición traiga las respuestas, mientras, saboreando un habano, funde su mirada en el horizonte en un intento fallido de desnudar el secreto de la creación.


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